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El pensamiento crítico en el aprendizaje

ENFOQUE

fotoEnebralPor José Enebral Fernández
Consultor de Management y Recursos Humanos

El pensamiento crítico ha de acompañarnos como imprescindible en la Sociedad de la Información, y en su álter ego, la denominada economía del conocimiento y la innovación. Constituye una exigencia creciente en la tarea cotidiana de traducir la información a conocimiento sólido y aplicable, es decir, de asignar significado a los significantes, para aprender, tomar decisiones y actuar. Sin él, nos dejaríamos llevar por las corrientes circundantes, renunciando a parte del protagonismo que nos corresponde.

Al referirnos a los pensadores críticos estamos haciéndolo a quienes piensan con esmero, asegurando la validez de cada inferencia, dudando de su propia percepción de las realidades y cuestionando también el rigor y el propósito de cada información, antes de darla por buena: son personas que, con la información, se muestran exigentes y aún, en cierto modo, desconfiadas. Puede haber opiniones distintas, y sobre todo distinta interpretación de las palabras, pero, evitando asimilar el pensamiento crítico al escepticismo o la criticidad compulsiva, vale la pena profundizar en su esencia más aceptada.

No podemos asumir el liderazgo de nuestra trayectoria personal sin cultivar este modo perspicaz y juicioso de pensar. Cuando damos por buenas las síntesis o conclusiones de los demás, estamos cediendo protagonismo y renunciando a nuestra plenitud de seres humanos. Sin duda, la independencia en el pensar -el pensamiento crítico- constituye un valor cardinal, especialmente en quienes han alcanzado suficiente grado de desarrollo personal y profesional; no hablamos de sumarse a corrientes críticas ni de militancias opositoras, sino de controlar nuestro pensamiento: de desplegar un control de calidad.

Inexcusable en la percepción de realidades, este modo autocontrolado de pensar habría de empezar por el cuestionamiento propio, para mejor conocernos; pero sin duda lo necesitamos igualmente para evitar falsos aprendizajes, evaluar la información con mayor acierto, abrir nuestra razón a nuevas consideraciones, abordar la complejidad, dar en el hito (o dar en el clavo) y llegar a mejores conclusiones. Estamos apuntando a la calidad en el pensamiento, lo que refuerza nuestra efectividad e incluso nuestra calidad de vida. 

Sin duda, la independencia en el pensar -el pensamiento crítico- constituye un valor cardinal, especialmente en quienes han alcanzado suficiente grado de desarrollo personal y profesional; no hablamos de sumarse a corrientes críticas ni de militancias opositoras, sino de controlar nuestro pensamiento: de desplegar un control de calidad.

Al hablar de la Sociedad de la Información, a menudo nos referimos simplemente a la revolución informática; pero, más allá de la tan postulada alfabetización digital, hemos de desarrollar nuestra alfabetización o destreza informacional: aquella que, inseparable del aprendizaje permanente, nos permite llegar al conocimiento valioso y aplicable, en pro, y en pos, de mejores cotas de productividad y competitividad en las empresas.

Déjenme recordar ya un párrafo de The Delphi Report (1990), de la American Philosophical Association: "El pensador crítico ideal es habitualmente inquisitivo, bien informado, de raciocinio confiable, de mente abierta, flexible, justo en sus evaluaciones, honesto en reconocer sus prejuicios, prudente para emitir juicios, dispuesto a reconsiderar las cosas, claro con respecto a los problemas, ordenado en materias complejas, diligente en la búsqueda de información relevante, razonable en la selección de criterios, enfocado en investigar y persistente en la búsqueda de resultados que sean tan precisos como el tema/materia y las circunstancias de la investigación lo permitan".

Puede que no estemos prestando suficiente atención a este movimiento (critical thinking movement) que se impulsó en la década anterior, y que cabe asociar ya con la inquietud por la excelencia informacional en las empresas. La traducción de información a conocimiento, para asegurar la efectividad de cada decisión y acción, exige diferentes fortalezas y facultades, y entre ellas buena dosis de pensamiento crítico: una competencia clave que nos evita falsos aprendizajes.

 


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