Nadie como los consultores-formadores para tomarle el pulso a lo que está pasando realmente en las empresas en esta dura época que atravesamos. El contacto diario con los empleados les facilita examinar la situación y llegar a interesantes conclusiones, como las de esta columna.
En innumerables ocasiones he sido testigo de la siguiente situación: estoy en una sesión de formación y les formulo a los mandos o directivos la siguiente pregunta:
¿Cuál es el objetivo de tu puesto de trabajo?
Frecuentemente tienen dificultad para responder a esta pregunta, principalmente porque no es sencillo definir verbalmente la relevancia de un puesto en la organización, sobre todo en estos tiempos en que se llevan a cabo tareas muy heterogéneas. Pero deberían ser capaces para poder gestionar su actividad por prioridades.
Curiosamente muchos mandos responden de la siguiente manera: "la misión de mi puesto es ganar dinero para la empresa". Algunas personas tienen tan interiorizada esta concepción que forma parte de su discurso.
Es obvio que los objetivos, tanto los generales de la compañía (estratégicos), los de unidad de negocio (estratégicos y tácticos), como los personales (establecidos de jefe a empleado) deben enfocarse a los aspectos económicos de la actividad, es decir, la rentabilidad final que para la empresa tiene el que la persona alcance esa meta en el periodo señalado. Sin embargo, para conseguirlo debemos centrarnos también en prioridades de actuación, en el cómo lo vamos a hacer.
"Aquí nadie puede, ni debe, descargarse de responsabilidad y ha llegado el momento de cambiar la visión exclusivamente económica de la empresa, ya que de lo contrario la sociedad dirá ´¡basta!´, tarde o temprano, a las organizaciones que no devuelvan a la misma lo que toman para ´ganar dinero´."
El momento de la formulación de objetivos es un momento crítico, ya que es cuando se aprecia el verdadero rostro de la organización: si la organización considera, expresa o mantiene tácitamente que su misión es "ganar dinero", enfoque simplista donde los haya, los mandos estarán influenciados consciente o inconscientemente por esta idea y la transmitirán a sus equipos en todo momento, mucho más al establecer objetivos individuales y, por supuesto, en su estilo de liderazgo diario.
Hablando claro: a la empresa le importaría poco o nada el entorno, la sociedad y los recursos que toma para realizar sus actividades y mucho menos las personas, incluyendo al cliente. La empresa se dispone a "ganar dinero", pero no va a crear riqueza.
La visión de "ganar dinero" sitúa a la organización fuera de las modernas corrientes de pensamiento en cuanto a Responsabilidad Social Corporativa, ética empresarial y desarrollo global sostenible. Además, y mucho más grave, coloca a la organización en una situación de "yo gano - tú pierdes" con la sociedad civil.
Nosotros creemos y afirmamos que el resultado económico es decisivo y esencial, pero lo que se cuestiona aquí es la estrecha visión del concepto, lo cual excluye alcanzar el resultado asegurando la relación con la sociedad y los clientes externos e internos.
Es tiempo de tomar decisiones, de poner en práctica una nueva competencia: la valentía, y olvidarse de la avaricia.
Aquí nadie puede, ni debe, descargarse de responsabilidad y ha llegado el momento de cambiar la visión exclusivamente económica de la empresa, ya que de lo contrario la sociedad dirá "¡basta!", tarde o temprano, a las organizaciones que no devuelvan a la misma lo que toman para "ganar dinero".
Es un cambio fuerte, pero también lo era el acceso a la presidencia de los Estados Unidos de una persona de raza negra, y ha ocurrido.
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