Es esencial abordar, cuando hablamos de desarrollo de las organizaciones, el espíritu emprendedor. Ciertamente, tendemos a confundir o encontrar textos en los que se habla por igual de “espíritu empresarial” y “espíritu emprendedor”.
Como vemos en el artículo, podría considerarse el primero como un término más amplio, orientado quizás a la visión empresarial, y el segundo a una serie de cualidades específicas de aquellos que entienden que las ideas viables pueden llegar a convertirse en modelos de negocio, haciendo de ello su proyecto personal y laboral.
El espíritu emprendedor lleva inherentes una serie de habilidades, como podrían ser la capacidad deliderazgo, la aversión al riesgo, la motivación superlativa, la capacidad deanálisis de problemas en busca de oportunidades, la tolerancia al fracaso, etc.,en las que seguramente resida hoy en día la importancia del fomento en la adquisiciónde estas habilidades, por parte de aquellos que el día de mañana estarán endisposición de enfrentarse a decisiones como el hecho de trabajar por cuentapropia o hacerlo por cuenta ajena; más aún, de aquellos que deberían entenderque quizás el desarrollo de estas habilidades o su puesta en práctica pueden llevarsea cabo sin problemas -siempre que la cultura de la organización en la quedesarrollemos nuestra vida profesional lo asuma-, dentro de estructuras de lasque no hemos de ser propietarios; a este aspecto (el intraemprendedor) le dedico unas líneas al final del artículo.
Querría hacer alguna reflexión sobrela importancia que en el fomento del espíritu emprendedor puede tener la luchacontra el estigma del fracaso; si bien en países como Estados Unidos el hecho dehaber empezado varias veces desde cero una aventura empresarial es un aspectomuy valorado por aquellos que pueden estar dispuestos a apostar por el proyecto–ya que se entiende que la gestión anterior supone un cúmulo de experiencia quedifícilmente podrán transmitir las más prestigiosas Escuelas de Negocio oinstituciones de formación–, en España, por ejemplo, sigue siendo unaasignatura pendiente para, principalmente, las instituciones financieras y elsistema que regula la concesión o apoyo de financiación para este tipo de personas.
Proyectos encaminados a trabajar unmundo de segundas oportunidades –a los que algunas entidades internacionales como el BancoIberoamericano de Desarrollo ya están orientados- darían mayor valor a aquellosque apuestan su patrimonio por la realización de un proyecto, en contra inclusoalgunas veces de los más cercanos.
Según las estadísticas de diferentes informes y estudios, no es frecuente que los jóvenes de nuestras escuelas y nuestros centros de “formación para el empleo” (Formación Profesional,Universidad, etc.) piensen de forma mayoritaria en esta posibilidad delemprendimiento como la salida profesional ideal de realización personal en el trabajo. La estabilidad, la seguridad del sueldo, el tipo de contrato… suelen ser las preocupaciones a las que se enfrentan cuando va llegando el momento decomenzar su andadura laboral.
El hecho de incluir en los currículosde Educación Secundaria/Bachillerato y Formación Profesional (en el primero delos casos mediante asignaturas de libre elección para los alumnos que varían enfunción de las Autonomías, y en el segundo de ellos a través del estudio de laasignatura transversal “Iniciativa Emprendedora”), son dos buenos primerospasos hacia el desarrollo y exposición de nuevas posibilidades para losestudiantes al final de su vida académica, si bien todavía queda pendiente unacercamiento mucho mayor del mundo de la empresa hacia estos colectivos, conidea de mostrar los casos de éxito como una realidad, y los casos de tropiezocomo un camino hacia el éxito en sucesivas oportunidades.
He querido evitar conscientemente la palabra FRACASO,ya que creo que debe aplicarse exclusivamente a aquellos que pierden lailusión, y no a aquellos que de forma errónea han gestionado su aventuraempresarial, de forma recurrente, además, por falta de formación en temáticas ohabilidades específicas; y desde luego, aún no conozco emprendedor/a alguno quecarezca de ilusión para emplearse en cuerpo y alma en el desarrollo de suproyecto emprendedor.
Ahora bien, hablando del INTRAEMPRENDEDOR, igualmente importante debe ser en la gestión de equipos ypersonas orientadas a objetivos comunes (departamentos o áreas de negocio deempresas y entidades) el fomento en la adquisición y desarrollo de habilidadesemprendedoras en los miembros del equipo. Un equipo capaz de afrontar nuevosretos, de gestionar y ser capaz de buscar soluciones innovadoras, de analizarlos problemas desde un punto de vista positivo y de orientación a la búsquedade nuevas oportunidades, de trabajar con visión multidisciplinar en laconfección del propio equipo, de desarrollar su proyecto personal en sintoníacon el objetivo común de la organización… será un equipo con un nivel decompetitividad elevadísimo.
Trabajemos pues, en la medida denuestras posibilidades, rumbo al desarrollo emprendedor, entendiendo talconcepto como políticas a medio plazo y en busca de resultados tangibles en el tiempo.
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